LA FORMACIÓN EN RÉGIMEN NOCTURNO
La supervivencia de la enseñanza en régimen nocturno en los Institutos de Enseñanza, clases entre las 17:15 y las 23:00, ha tenido la espada de Damocles sobre su perdurabilidad desde hace muchos Ministros de Educación y otros tantos Consejeros Autónomos. In illo témpore decisiones tomadas en despachos ajenos a las aulas han hecho peligrar su existencia. En los despachos los números mandan. En las aulas los docentes luchan por revertir un proceso que empezó hace muchos años desanimando a jóvenes cuya autoestima, circunstancias personales y sociales no son idóneas. Mucho se ha hablado de la Enseñanza Secundaria Obligatoria, mucho se trabaja en mejorar las condiciones de sus docentes y docendos. Pero los profesores que imparten sus clases en el régimen nocturno han sido silenciosos, este silencio hace que la necesidad de su labor si no pasa desapercibida aparece desdibujada en los intereses generales de educación.
Todos hemos leído estudios que reflejan un factor que une el fracaso escolar de los estudiantes a la formación académica de su entorno. Sí, no todos los padres han tenido la oportunidad social y económica que les permitiera algo más que el acceso a la educación básica. El ministro de Educación, Ángel Gabilondo, suele insistir en que el problema tiene que ver con las diferencias sociales.
Nuestros alumnos son, es verdad, minoría frente a la a la enseñanza diurna. Sí, es verdad que han llegado a nuestras aulas algunos por demérito, las aulas del diurno estaban disponibles para ellos y fracasaron. ¿Fracasaron ellos o el sistema no supo guiarles? Unos eran inmaduros en su etapa diurna, otros cometieron errores en sus prioridades al abandonar los estudios por un puesto de trabajo que resultó ser efímero en una economía basada durante muchos años en sectores como la construcción y el turismo, un entorno en el que personas sin cualificación alguna pueden encontrar fácilmente un trabajo, algunos adquirieron responsabilidades familiares con catorce quizás quince años. Sí, son responsables de sus circunstancias actuales. Pero han reflexionado, la coyuntura les ha sacudido y están motivados para cambiar sus perspectivas profesionales. Aún así no todos lo lograrán, el docendo una vez que abandona el desarrollo cognitivo y se enfrenta de nuevo al esfuerzo intelectual no siempre tiene el ánimo para recuperar su capacidad de concentración así como entrenar la atención sostenida. Honestamente, no se les puede dejar de reconocer un punto de heroísmo, siguen ahí arañando un futuro mejor, sin contar con otras herramientas que la atención personalizada que reciben de sus profesores que saben que no toda la responsabilidad de su estancia en la enseñanza nocturna es suya.
Todos nosotros tenemos casos que contar con el de JG, madre precoz sintió la necesidad de formación y comenzó a asistir a las clases nocturnas del Instituto de su localidad para superar el BUP y el COU recién cumplidos los ventipocos, tres hijos y una situación económica desahogada. Ciencias Empresariales siguió al instituto y hoy en día tras terminar Derecho hace prácticas jurídicas. AE, trabajador en una empresa familiar de forjados de hormigón desde que tuvo edad de trabajar, el Instituto nocturno y la UNED posteriormente han hecho que pudiera abrir su consulta de psicología, RC abogado en ejercicio en la actualidad. DM, Premio de composición Sinfónico-Coral de RTVE (2.002) y profesor en un Conservatorio Superior de Música, logró simultanear sus estudios de conservatorio con la enseñanza nocturna, podría seguir así, contando las historias humanas que vivimos a través de nuestros alumnos todas ellas llevan el sello de superación personal rotunda, pero ya adelanto que son infinitas.
Por supuesto no todos los alumnos que fracasaron en su etapa diurna consiguen rehabilitarse siguiendo estudios nocturnos, pero esos miles que a lo largo de los años que sí lo lograron y han contribuido al desarrollo social y económico de la sociedad tenían derecho a su oportunidad. Los alumnos actuales y futuros también lo tienen por encima de una economía debilitada por un sistema de producción que alcanzó su periodo de caducidad tan abruptamente que les dejó en un limbo sin trabajo ni formación y que ha dejado patente que, cuanta menos formación, más fácil es quedarse en el paro.
Ahora se acaban de aprobar nuevas medidas: se adelanta a los 15 años la edad para acceder a programas adaptados y pre profesionales, se flexibiliza el sistema para facilitar el reenganche de los que abandonaron. Ahora es cuando no ha de olvidarse la potenciación del régimen de enseñanza nocturna. Con profesores suficientes para abarcar una demanda avivada in crescendo por la situación económica, profesores que cuenten con los recursos necesarios para llevar a cabo su labor más allá de la buena voluntad, históricamente probada, de todos los docentes implicados y que sin el apoyo permanente de las instituciones, se sienten funambulistas sosteniendo sus puestos de trabajo en un equilibrio de ratios, grupos, horas lectivas y previsiones aciagas que nada tienen que ver con su competencia altamente profesional, y que añade sacrificio a su lucha por enseñar una carga lectiva que viene acompañada por otros muchos factores, especialmente humanos.
Es ése factor el que nos alienta, los seres humanos que se sientan en nuestras aulas. Son ellos los que nos hacen luchar, esforzarnos aún más imaginando nuevas estrategias de aprendizaje para alumnos que quieren mejorar sus expectativas y que han entendido, aunque inconscientemente, que si nos dan la oportunidad, los seres humanos crecemos a través de la formación. Es el sistema que ha diseñado y tutelado sus planes de estudios desde la primaria el que no puede negarles ésa oportunidad, el empeño por parte de los docentes siempre ha estado garantizado.
ROSARIO VILLAESCUSA SAAVEDRA
CUADERNOS DE PEDAGOGÍA.
Nº 412 MAYO 2011
Nº IDENTIFICADOR: 412.002